El escritor norteamericano Philip Roth se ha mostrado satisfecho porque el público español se haya fijado en él y haya sido capaz de “atravesar la ignorancia, la mentira y la superstición sin sentido que generalmente se combinan para mantener a raya la enorme densidad de la verdadera realidad estadounidense“.

Roth, Premio Príncipe de Asturias de las Letras de 2012, se ha pronunciado en esos términos en unas declaraciones que ha leído en la ceremonia de entrega de los galardones el embajador de los Estados Unidos en España, Alan Salomont, en el Teatro Campoamor de Oviedo. El escritor no ha podido estar en Oviedo porque a finales de la primavera pasada se sometió a una operación de columna vertebral de la que se está recuperando. De momento, no puede viajar.

De esta forma, Roth ha celebrado que una obra de ficción escrita por él o por cualquiera de sus contemporáneos norteamericanos pueda “penetrar en una mitología de los Estados Unidos que está arraigada, en tantos ámbitos, en una acérrima animadversión política“. “Mira, hay algún lugar donde he conseguido hacerme comprender”, ha señalado Philip Roth, “encantado” y “sorprendido” por haber conseguido un galardón de este tipo fuera de Estados Unidos. Salomont ha leído buena parte de las declaraciones de Roth en español.

Uno de los grandes autores de las letras estadounidenses

Nacido en Newark, Nueva Jersey (Estados Unidos), el 19 de marzo de 1933, es el segundo hijo de una familia judío-norteamericana emigrada de la región europea de Galitzia (Ucrania). Roth es licenciado por la Universidad de Bucknell y posgraduado en literatura inglesa por la Universidad de Chicago, en la que ha ejercido de profesor de escritura creativa, así como en las Universidades de Iowa y Princeton, y de Literatura Comparada en la de Pennsylvania.

Su primera obra, ‘Adiós, Colón’, publicada en 1959, después de dos años de estancia en el Ejército, es un libro de relatos sobre la vida de los judíos en Estados Unidos, que obtuvo el importante National Book Award y lo situó en el primer plano del éxito editorial y de la más atenta “crítica rabínica”.

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