Se fue anteayer, con esa discrecin que siempre lo haba dibujado. Su vida eran sus negocios. Hizo del trabajo un credo, y en las pocas ms difciles para Espaa fue capaz de crecer contra corriente. Los que lo conocan destacaban su talento creativo: de la nada sacaba una chistera, y de la chistera un conejo de la fortuna que pona a la venta en las estanteras de El Corte Ingls. Tena un poco de lobo estepario, pero en l siempre predominaban los buenos instintos: esos que llevan a construir, edificar, levantar, crecer. Sus amigos decan que era leal. No se puede llegar a ser grande, en nada, sin serlo. Era asturiano, o sea, medio gallego. Se fue a Madrid a estudiar Econmicas y ya no detuvo ni su pulso ni su impulso: ahora mismo su grupo emplea a ms de 93.000 personas. Un emprendedor. Cmo no serlo en el mundo de los negocios si deseas triunfar. El proceso de su triunfo lo ha contado pormenorizadamente La Voz, por eso yo no debo repetir detalles, datos, cifras. Me detengo en la metfora de su periplo vital: el muchacho que se va a la capital para hacerse un hueco en la vida. En das como estos que vivimos, vidos de populismo, conviene recordar a esta clase de gente: entregada, laboriosa, respetuosa con las jerarquas, honesta. La que no se detiene por las dificultades. La misma que se afana en perfilar, con piezas diminutas -da a da-, una sociedad mejor. En Galicia sus centros son referente comercial, pero tambin ese espacio que se llena de gente que quiere ver a otra gente. Quiz ese fue el gran hallazgo de El Corte Ingls: humanizar la venta en los grandes centros comerciales. Y tener de todo. Facilitar, suministrar, ofrecer. Si no tenan lo que t buscabas, al momento lo solicitaban, aunque fuese en el pas de Nunca Jams. Hoy, diecisis de septiembre, con el otoo anunciando su aluvin de melancolas, cada Corte Ingls de Galicia luce un ramo de nostalgia y pena. Todo por el patrn. Que era un hombre bueno. La empresa, la gran empresa, precisa hombres de talento (como Isidoro lvarez), pero necesita tambin una mquina registradora en las entraas del corazn. Porque sin corazn, los negocios son entes sin rostro, vacos, idos, hueros y ftiles. Creo que El Corte Ingls, donde llegaba antes la primavera, sabr resistir cualquier mal otoo. Aunque este ao, maldita sea, haya querido llegar antes.

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